jueves, 23 de septiembre de 2010

Místico sur III




Místico sur III "Un día pleno".

-Ten cuidado con tus pies frodo, es muy lindo dar un paso y hecharte a andar, pero si no tienes cuidado te llevaran a lugares extraños y desconocidos-
Bilbo Bolson (J.R.R Tolkien)


Cuando desperté, me encontraba todavía en el autobús, tenía los oídos inflamados por el cambio de clima y me sentía incomodo porque el asiento era muy pequeño, no obstante olvidé las molestias cuando abrí la cortinilla, hacía unos minutos acababa de amanecer, la carretera bordeaba kilómetros de selva que eran empapados por el suave rocío de la mañana y al pie del camino, durante un buen tramo, había sencillas cabañitas de madera que remataban el paisaje. Adoro la sensación de viajar en carretera sobretodo cuando uno se concentra en el camino, porque todo siempre es cambiante y esta en movimiento. Hicimos varias escalas mismas que el camionero anunciaba con una voz fuerte, después de un rato llegó mi turno de bajar, el conductor dijo repetidas veces: Palenque, llegamos a Palenque.

Lo primero que hice fue buscar la paquetería para deshacerme de mi cuantioso y pesado equipaje, una ciudad maya abandonada en la selva me estaba esperando, pero para mi disgusto, me atendió una mujer mal encarada que me pedía diez pesos por hora y por cada bulto que dejará, en pocas palabras me salía más barato pagar dos noches de hotel que guardar mis maletas en la central de la ADO. Tratando de no perder el buen ánimo, precavidamente me formé para comprar los boletos de mi siguiente destino y el colmo fue que ahora la taquillera también mal encarada se negaba a darme el descuento de estudiantes en el pasaje porque según ella, mi credencial no era una credencial sino una tarjeta de crédito, intente ser civilizado y persuadirla en vano, ahora sí como diría mi padre: “no rebuznaba porque no daba el tono”.

Iracundo, por no decir encabronado, salí de la estación esperando ver algunas pirámides y centros ceremoniales pero no había indicios de nada, en eso le pregunté al primer señor que iba pasando:

-Oiga disculpe, ¿y las pirámides?
-Ah sí mira, tienes que tomar unos camioncitos que pasan por aquí y te llevan hasta allá, es todo derecho por esa carretera.
-Ah ok muchas gracias.

Pensé para mi mismo que era una cosa ridícula, todos en ese pueblo querían cobrar de todo y por todo, entonces vi un letrero que decía que la zona Arqueológica estaba a 9 km. En ese momento muy probablemente resultado de mi enojo, me sentí todo un viajero temerario y me dije a mi mismo: ¿Qué tanto son 9 km para mi que me encanta caminar?. Grave error.

Aquí el pequeño detalle es que mi equipaje era muy pesado: una mochila de campamento que según la báscula de la central del D.F. pesaba 25 kilos, una guitarra y una mochila pequeña con los artículos de valor. Me puse el repelente para insectos y emprendí mi marcha, caminando por un costado de la carretera.

Llevaría caminando unos 25 minutos cuando a mi izquierda, enfrente de donde yo caminaba, había una casa enorme y tenía el portón abierto, lo primero que pensé fue, de seguro es de algún narco y acto seguido como obra del karma, salieron corriendo un par de perros rod wailer enormes con unos ladridos que más bien parecián rugidos, detuvieron su carrera justo al borde del camino y gruñián pelandome los colmillos, intente encontrar alguna salida a la situación pero no había mucho que pudiera hacer contra dos perros, tiré la mochila, agarre un par de piedras y asustado me quedé parado esperando, para mi fortuna salió corriendo un señor con una gorra roja y agarró a un perro lo del collar y lo jalo, les gritó enérgicamente que fueran para adentro, los perros ladraron un par de veces más, dieron media vuelta y se fueron de la misma forma en que llegaron, con una sonrisa pálida y muy sincera le di las gracias al domador de bestias y me dijo:

-Disculpa es que no están acostumbrados a que pase mucha gente caminando, lo bueno es que me di cuenta por el escándalo.

Terminó de decir eso y salio un perrito faldero blanco que ladraba mientras movía la cola, lo mire temerariamente, tomé mi mochila y reemprendí la marcha.

La caminata era cansada por lo pesado de la mochila, me lastimaba mucho los hombros que es donde va casi todo el peso, después de varios kilómetros pensé detenerme a descansar pero alcancé a divisar a lo lejos la entrada al parque, no voy a negar que me emocioné y apresuré el paso.

Al llegar a la entrada me fije le pedí un boleto al guardia :

-No joven, se tiene que formar.
-¿Cómo?, ni modo que me forme con los carros.
-Esque tiene que respetar el orden.

Los dos nos reímos y me dio el boleto, nuevamente le volví a preguntar por las pirámides y me dijo que apenas ahí era la entrada al parque, que la zona Arqueológica estaba a tres kilómetros de la entrada, y que probablemente podría dejar mis cosas en el museo, que estaba más cerca, a poco más de un kilómetro de ahí.

Con todo un espíritu emprendedor y deportivo (resérvense sus comentarios) me propuse llegar hasta donde tuviera que dejar la mochila sin quitármela de la espalda. Caminé prácticamente en línea recta hasta llegar al museo en donde me informaron que ahí no guardaban nada, que probablemente tendría más suerte al llegar a la zona Arqueológica, salí del parque y me di cuenta de que los últimos dos kilómetros eran de subida y aunque sea difícil de creer, para algunas personas el orgullo y los retos son como las espinacas para Popeye. La subida fue de lo más pesado porque aparte el clima era muy húmedo, a media subida me detuve para recargarme en un árbol y tomar aire pero escuché unos ruidos extraños de entre los árboles que no hicieron sino aumentar mi brío y continué mi caminata con las fuerzas que me quedaban, debo admitir que era un poco desmoralizante ver como los demás turistas pasaban en diversos transportes mientras se abanicaban el calor del rostro, pero en fin, llegué a la entrada de la zona Arqueológica y gustoso me di cuenta que por 20 pesos podría dejar todo mi equipaje hasta las 6 de la tarde. Dejé las cosas muy entusiasmado y entré al parque.

No tardaron en abordarme los guías de turistas, muy variados por cierto, desde adultos hasta niños nativos de las cercanías, después de un rato y escuchar propuestas, me di cuenta que realmente para lo único que era necesario el guía, era para visitar un par de cascadas que estaban en la selva, lo demás se podía conocer con simplemente seguir las acotaciones. Todos los servicios eran caros, y ese día especialmente yo me sentía muy tacaño, entonces me puse a negociar arduamente con un niño de origen “Chol” quién consultaba en su diálecto a sus amigos, después de un rato un lúcido intercambio de intereses decidimos que me llevaría a las cascadas por veinte pesos y además tendría que prestarle mi ipod para que escuchara música en el camino. Luego de jugar al oro y los espejitos me condujo por verdas entre la selva hasta que llegamos. El sitio donde estaba la pequeña cascada era muy tranquilo, no había nadie más, entonces aproveché para desayunar ahí unos sandwich de atún y jugar al antropólogo entrevistando al niño y preguntándole cómo decían ciertas palabras en su diálecto, todo lo registre con una usb que tenía para grabar audio. De regreso encontré a un guardabosques y le dije que si también hablaba Chol, me dijo que él directamente hablaba maya, le comenté mi interés por saber sobre su cultura y me dijo que se sabía de memoria algunos poemas y oraciones, que si me interesaba el tenía su descanso a las 15:30 hrs. en la entrada al parque, y que ahí tendría más tiempo de compartirme lo que sabia, después de ponernos de acuerdo continué mi recorrido por la zona que era fascinante.

Desde las pirámides, los templos, los palacios, hasta las plazas. La zona es muy amplia y tardé toda la mañana en recorrerla y eso que se supone que nada más al descubierto esta el 5% de lo que fue la antigua ciudad, el resto esta enterrado en la selva. En especial me llamó mucho la atención el templo del conde, a simple vista parecía una pirámide normal con la escalinata frontal que lleva hasta la cima, sin embargo cuando me acerqué, había unos niños jugando ahí y me dijeron: escucha al pajarito, hecho eso aplaudieron y de las escalinatas ¡reboto el sonido de un ave! La cosa me pareció como de otro mundo, una obra de arte de la acústica natural del timbre. Note que dependiendo de la palmada se podían lograr sonidos con diferentes alturas, es decir graves o agudos, se podía hacer música con aquello, he escuchado de muchos tipos de instrumentistas pero ¿Cómo llamar a las personas que hacen música con pirámides?.

Cuando sentí satisfecha mi curiosidad de experimentar con aquello, regresé a una parte de la zona con caminos estrechos, puentes de madera y cubierto de árboles. De pronto -se acercaron dos sujetos con rasgos indígenas, eran vendedores de recuerditos y me fije que tenían pintados los ojos y caminaban muy amanerados. De repente uno me vio y me dijo con una voz muy afeminada:

-Hola joven, lleva tus signos mayas en un talismán, tengo de todo el año.

El producto me pareció novedoso y además parecía muy barato, le dije:

-¿Cuánto?- a lo que respondió.
-Diez pesos pero cinco para los guapos.

Seguido de eso me guiñó el ojo.

-No, no qué paso yo no le hago a eso compa, ¿dijiste 5 pesos? (no tengo que recordarles que ese día me sentía muy tacaño).

-Así essss... tú dime las fechassss y yo te doy el sssigno.

Para quitármelo de encima lo primero que dije fue, a ver mi novia es cáncer ¿qué signo le corresponde?. Me enseñó el correspondiente y me explicó el significado, y así fue haciendo con un par más que le pedí.

Después de comprar algunos para los amigos y amigas de las cuales recordaba sus fechas de nacimiento, por curiosidad le pedí el mió:

-Haber cuál soy yo soy del 18 de diciembre.
-Eres el Yax, el sol nuevo, un signo fuerte y lleno de vigor, ardiente... (Imaginen la línea con un tono de estilista barato)
-Qué pedo yo no soy joto, ¿Cuánto es de estos?

Sacado de onda por lo bizarro de la situación le pagué y me fui de ahí, sin embargo de rato me di cuenta que me seguían a donde caminaba y me lanzaban unas miradas muy hostigantes, la situación se estaba volviendo muy molesta y de pronto vi que un par de chavas pasaron frente a mi, una de ellas por cierto no estaba de mal ver, entonces preferí aprovechar la situación, me acerqué y les dije algo como:

-¿Disculpen chicas, les incomoda si las acompaño? Es que el wey que vende los horóscopos me viene acosando.

Las chicas eran de Puebla y venían de vacaciones con su mamá, las acompañe a una cafetería que estaba al aire libre, mientras nosotros nos sentábamos en unas bancas, la señora fue a comprar su comida, cuando regresó muy amablemente me compró una torta y un refresco, estuvimos cotorreando un rato, me invitaron a un bar en la noche, (supongo que mi sex appeal de mochilero fachozo y sudoroso me daba muchos puntos ese día) les dije que no podía puesto que partiría a Campeche ese mismo día al anochecer, luego cuando dieron las 3, me despedí para ir a entrevistar al guardabosques. Tuve que recorrer los 3 km de regreso hasta la entrada, cuando llegué me estaba esperando. La conversación fue muy interesante, me platico sobre su cultura y sus costumbres, grabó unos poemas y unas oraciones en su dialecto y después me explicaba en español lo querían decir, me recomendó que si estaba interesado en conocer más sobre los mayas, fuera a alguna comunidad de la selva lacandona, me dijo:

-Mi gente esta muy orgullosa de sus raíces, seguro estarán contentos de mostrarte lo que somos, ahí si quieres puedes aprender maya, nuestros oficios y nuestras tradiciones.

Agradecido por la amena charla, me despedí pues aún me faltaba visitar el museo. Ya llevaba un buen tramo recorrido, cuando de pronto, de entre las hierbas, salió un Bato de unos veintitantos años, sin playera y con un desarmador en la mano me dijo:

- A ¿dónde vas wey?
- A chingao ¿Cómo que a dónde voy?

Su físico era muy peculiar, era muy delgado y tenía un estómago pronunciado, llevaba una bermuda gris, no se veía tan amenazante como los perros de la mañana.

- Sí a ¿Dónde vas?
- Al museo, me mando el Doctor Goméz por unas cosas a la entrada y se las traigo de regreso.
- A cabrón pos eres estudiante o qué pedo.
- Sí, vengo a hacer mis prácticas.
- ¿De México?
- Simon, de la escuela de antropología de la U.N.A.M. ¿Porqué? ¿Tú quién eres?¿o qué pedo?
- No nadie we, nada mas preguntaba, no hay pedo pásale.

Se dió media vuelta y se metió por donde vino, me esperé un rato para ver que en verdad se fuera, mostrarme seguro, un tanto de suerte y pretexto tonto me habían salvado de salir mal librado de ahí o sin dinero. Seguí hasta el museo donde aproveché para comprar libros y discos sobre las culturas en Chiapas y Oaxaca. Con el museo había terminado mi recorrido, ahora sólo quedaba volver a subir los dos km por mi equipaje y efectivamente eso mismo hice. Para el regreso pregunté por los camioncitos, cobraban diez pesos hasta el pueblo. Tomé uno y aproveché el resto de la tarde para vagar un par de horas por el pueblito, comer y regresar a la central para esperar mi camión que llegaría en la noche, ahí para matar el tiempo me puse a tocar algo de flamenco en la guitarra, una pareja de extrajeros (Del país vasco, según por lo que se podía apreciar en su guía de “Mexiko” y la chamarra del hombre que decía Euskadi.) encantados se acercaron a poner dinero en la funda de mi instrumento, sin embargo un guardia molestó se acercó y me dijo que no se podía pedir dinero ahí, le contesté que no estaba pidiendo si no practicando, la pareja apenada se disculpó y se sentaron cerca, platiqué una media hora con ellos hasta que llegó su autobús, y así muy satisfecho, pasé el resto de la tarde leyendo cómodamente el “”popol vuh” y tomando café de maquina.

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